La vida es de color naranja

Reflexiones a la luz del monitor

lunes, agosto 02, 2004

Del pita pita del

Una de tres, ya solo me quedan dos. A pesar de todo no me lo pasé mal, fue una boda un tanto atípica, quizás por que es la primera boda civil a la que asisto. Miento! Es la segunda, pero la primera cuando llegué al juzgado ya se habían casado.

Estas dos bodas tenían un denominador común, en las dos uno de los contrayentes era extranjero. En esta en concreto el novio, aunque con el permiso de residencia de USA, es hindú (Si, de la india).

En realidad, toda la boda fue diferente. El lugar, la terraza de la octava planta del hotel Gran Marina en el World Trade Center en Barcelona, con unas impresionantes vistas sobre la ciudad condal y el puerto, con el mar de fondo.

Una boda muy parecida a la de las películas, lo bueno es que no necesitamos desplazamiento al lugar donde se celebraba el banquete. La ceremonia apenas duró 30 minutos, aunque hay que sumar el recibimiento previo por parte del novio a cada uno de los asistentes con presentación de padres incluida.

Algo muy exótico, los padres no hablan inglés, así que además les acompañaba una sobrina que les hacía de traductora. A parte de otro amigo del novio, estos eran los únicos asistentes por su parte. El resto éramos todos invitados de la novia.

Tampoco hacía falta más si tenemos en cuenta que dentro de unos meses viajaran a la india para realizar allí otra ceremonia. La novia entonces estará en desventaja.

El resto, lo normal de cualquier otra boda, mucha comida, muchas fotos, muchos gritos, muchos regalos, mucha bebida... Que pase la siguiente!!!